Izquierda y derecha ¿a quién beneficia la división de la sociedad?

Tras la Revolución Francesa de 1789, en la Asamblea Nacional francesa, los diputados que defendían las conquistas revolucionarias se sentaban a la izquierda, mientras que los que se oponían a ellas lo hacían a la derecha. De allí surgieron los términos políticos izquierda y derecha. Pero de un tiempo a esta parte, sobre todo en los últimos 30 años, vemos como izquierda y derecha, y los partidos que la ocupan, coinciden asombrosamente, cada vez más, sobre todo en la idea de implantar una nueva antropología del ser humano mediante técnicas de ingeniería social.

En Europa, la izquierda extrema (la comunista), con la connivencia cómplice de todas las fuerzas socialdemócratas (desde los partidos llamados de derechas y los centristas, hasta los socialistas), lleva décadas socavando los cimientos de origen grecolatino de la sociedad occidental. Estamos bajo la opresiva dominación del ‘marxismo cultural’, la amenaza real que está destruyendo la Europa que entre todos queríamos construir. Derecha o izquiera, rojos o azules, morados o naranjas…¿que importa ya la supuesta ideología, cuando todos convergen en que hay que anular la libertad de pensamiento e imponer la uniformidad social?

La táctica del marxismo cultural consiste en una mezcla de divide y vencerás, maniqueísmo (nosotros los buenos, vosotros los malos) y una superioridad moral comunista (nosotros sabemos lo que es bueno para todos, y además, como es lo moralmente superior, es la verdad, y los que no lo ven así, son herejes que deben ser quemados en las nuevas hogueras mediáticas, exterminados del ámbito público en juicio popular sumarísimo, pues sus ideas son ley universal). Y lo hacen realmente bien, pues adornan su macabro plan con tintes de solidaridad y eslóganes de paz, amor y libertad, cuando no es sino buenismo hipócrita y dictadura encubierta. Si otrora hablaban de ‘lucha de clases’ (enfrentarse al patrón explotador que anula al pobre obrero, al proletario, a la clase trabajadora…); el nacionalsocialismo (del que son hermanos) lo hizo de ‘lucha de razas’; hoy por ejemplo el feminismo postmoderno (uno de los exponentes más visibles del marxismo cultural y su paranoica forma de ver el mundo) habla de ‘lucha de sexos’.

Así, en lugar de promover la igualdad de todas la personas ante la Ley, independientemente de sexo, religión, raza, etc. pretenden imponer el igualitarismo (la ilógica y antibiológica negación de la existencia de diferencias individuales, de por sí ni mala ni buena. El falso mantra del «todos somos iguales») negando la forma de avance en todos los ámbitos de lo humano: el mérito y la capacidad. Acaban por ende con la auténtica igualdad de oportunidades, denostando el esfuerzo personal y la valía individual. Quieren crear una sociedad de mediocres, dirigida por una oligarquía, y lo cierto es que en España, han conseguido ya al menos la primera parte.

¿Por qué? Porque lo que con todas sus ansias desean es socavar los pilares sobre los que se construyó la idea de España, de Europa, y la sociedad occidental en general: el humanismo, la libertad, la familia, la democracia, el respeto a las leyes y la Justicia retributiva. Así, el progre-marxista cultural favorecerá a las minorías étnicas o sexuales, y con las armas de la discriminación positiva, las encumbrará por encima de la población mayoritaria, que perderá sus derechos y libertades, y convertirá a aquellas, por Ley, en intocables especies sobreprotegidas y subvencionadas, a las que habrá que mantener entre el resto;

Sin duda, una sociedad cohesionada sobre la base de valores como la familia, el matrimonio, el respeto a la vida y a la dignidad del ser humano, es una sociedad mucho mas difícil de manipular y controlar a través de los medios de comunicación que una sociedad igualitarista, donde la comunidad ha sido destruida y solo quedan en ellas individuos que conviven socialmente pero sin ningún tipo de vinculo entre sí mas allá del placer o del ocio; estas son las sociedades que la ingeniería social del marxismo cultural está sembrando por toda Europa y a las que ataca de manera furibunda cuando, como en el caso de Polonia o Hungría, las sociedades «despiertan» y se rebelan, decidiendo libremente volver a los modelos que permitieron la construcción de sus países y sociedades (hoy en día países como Polonia y Hungría están gravemente amenazados por sanciones de nuestra querida Unión Europea si siguen empeñados en pensar por si mismos y salirse de la dictadura del pensamiento único en temas como el Aborto o la Inmigración, impuestos desde la propia UE)

Esta nueva «clase política» se ha ido apropiando en silencio de espacios privilegiados en los medios de comunicación, en las Instituciones, en la Enseñanza y, no digamos de los medios de comunicación nacionales (donde en España en las últimas semanas hemos asistido al espectaculo de purga ideológica en RTVE) y en todo aquel reducto en el que se respire ‘Cultura’ y colaboran voluntariamente en la prohibición y la extinción forzosa (mediante leyes cuando es preciso) de las culturas mayoritarias, imponiendo la dominación de las culturas minoritarias a través de instrumentos de ‘corrección política’ (censura, denuncia, control de las ideas y no solo de los actos…) y una producción masiva de ingeniería social tendente a alcanzar la uniformidad social, a establecer la dictadura del pensamiento único.

Este pensamiento único es el que ha sido capaz de crear enormes mayorías silenciosas que no se atreven a disentir por miedo a ser señalados, por el que dirán, o simplemente por pereza, pues la cultura individualista ha calado en todos nosotros con tal fuerza que hemos acabado creyendo que trabajar por el bien común puede estar basado en una cuota mensual a una ONG. Y no lo decimos por decir, tenemos en la actualidad un gran ejemplo en España y mas concretamente en Cataluña, donde el pensamiento único, aplicado al nacionalismo radical, es el que ha hecho que la mayoría de ciudadanos, que no quieren la independencia, hayan asistido en silencio e impasibles a una campaña de manipulación permanente en los últimos 30 años por parte de una minoría muy bien subvencionada y planificada que, de momento, ha conseguido dividir a la sociedad y que más pronto que tarde (pues ahora vienen al menos 8 años de chavales que entran en edad de voto bien adoctrinados desde su tierna infancia) acabará apropiándose de la historia y la sociedad de Cataluña.

La mayoría de estos textos, obtenidos de un mágnifico análisis publicado en el eleconomista.es el pasado 12 de marzo por Raúl Tristan, con el que en absoluto convergemos en su liberalismo, pero que si que identifica muy acertadamente el origen de los cambios «pseudoculturales» que nos asolan, no hacen sino permitir, a quien quiera, quitarse el velo de lo que está ocurriendo en nuestra sociedad, pues ya no es una cuestión de izquierdas o derechas, sino algo mucho mas sutil en lo que «casualmente» todos los grandes partidos políticos en España han acabado convergiendo y están públicamente, de una manera u otra, de acuerdo. Nadie puede dudar de como derecha e izquierda convergen en los grandes temas «sociales», no económicos (aunque también cada vez mas), que afectan directamente a la dignidad del ser humano como el aborto, las leyes LGTBI, el matrimonio homosexual, el ataque a las familias (pues no protegerlas, ayudarlas y fomentarlas es, en si, un ataque indirecto), el feminismo radical y en estas últimas semanas, la eutanasia, donde el mayor problema de los partidos de «derecha» es sobre cómo camuflar de la forma más sibilina aquellos atentados contra la dignidad de las personas que quieren llevar a cabo. Pueden llamarnos «conspiranoicos», radicales, ultras… a nosotros nos da igual, y nos gusta saber que somos personas normales y corrientes, que en su intento diario de seguir a Jesucristo, han podido quitarse los complejos para expresar, alto y claro, sus ideas. Somos simplemente eso, cristianos sin complejos.

Cristianos en Democracia es una respuesta a este movimiento que pretende destruir nuestra sociedad o, en términos actuales, «deconstruir» nuestra sociedad. DIGNIDAD Y COMUNIDAD son los pilares sobre los que creemos que otra sociedad es posible. Somos muchos los que pensamos que esto no puede seguir así y queremos dar una respuesta alta y clara a todo este movimiento pseudocultural (pues no proviene en si mismo de ninguna cultura real y desarrollada en la historia en ninguna civilización, sino que es el fruto de una ingeniería social cuyo único fin es la dominación de las sociedades, anulando la libertad de pensamiento y, por tanto, de las personas). Desde nuestra asociación queremos trabajar para que todas las personas que aún creen en los valores que han construido nuestra sociedad encuentren un «espacio» en el que apoyar sus convicciones y, sobre todo, queremos trabajar para unir a todas estas personas, pues, aunque quieran silenciarnos, seguimos siendo aún más, muchos más.

Daniel Fernández
Cristianos en Democracia.

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