La pornografía causa estragos entre menores

La pornografía se ha extendido entre los menores con total impunidad, a pesar de que el artículo 186 del Código Penal castiga con de seis meses a un año de prisión o multa de 12 a 24 meses, la venta, difusión, o exhibición de material pornográfico entre menores e incapaces.

No se trata sólo de que el niño o el adolescente acceda a la pornografía, sino que esta va a su encuentro. Ya en 2002 y en Estados Unidos la Henry J. Kaiser Family Foundation constató que el 70% de los jóvenes entre 15 y 17 años se habían encontrado accidentalmente con páginas pornográficas. Hoy este factor intrusivo ha multiplicado.

Más del 50% de los adolescentes españoles de entre 14 y 17 años suelen acceder regularmente a ella, con el agravante de que la iniciación es cada vez más temprana. Los chicos ven pornografía por primera vez a los 13 años, mientras que las chicas lo hacen a los 14. Los filtros que exigen la edad para acceder son inútiles en la práctica.


La pornografía entre jóvenes y adolescentes los lleva a considerar las relaciones sexuales en unos términos que no son los propios de una pareja real basada en el mutuo respeto. El otro deja de ser una persona para convertirse en un objeto sexual, porque desarrolla comportamientos que incluyen el sexo sin consentimiento, actividades violentas de varios tipos (física, verbal, emocional, sexual), imitar actividades ilegales observadas en la pornografía extrema, ceder a la presión de las parejas para tener sexo antes, incurrir en prácticas sexuales de riesgo en internet como el ciberacoso, grooming, y sexting. Es el mayor incentivo para que los menores publiquen material sexualmente explícito por iniciativa propia o sextorsión. También los empuja a la prostitución, a la búsqueda de lo que no encuentran en la realidad. La exposición a material pornográfico en edades tempranas constituye la creencia de que la mujer es un objeto sexual, y desarrolla una tendencia a la agresividad sexual. Las chicas sienten presión para desarrollar prácticas y actitudes observadas en el imaginario pornográfico porque creen que esto las convierte en abiertas de miras y cool.

Es importante subrayar que la pornografía se extiende entre los adolescentes y jóvenes, porque una parte nada menor de padres, profesores, y monitores son tolerantes con ella, porque también son consumidores. Los jóvenes la consumen como reflejo de la sociedad en la que viven.

¿Quieres que tu hijo acabe comportándose como un abusador porno? ¿Has hablado alguna con él vez sobre este tema con ella? ¿A qué esperas entonces para actuar? Que no te engañen, la sociedad en la que vivimos hace mucho que abandonó unos patrones morales sexuales normales, por lo que si tú no la educas en esta materia, lo hará la sociedad, y acabará siendo una exclava sexual de las prácticas “normalizadas” del momento.