
La pornografía produce daños y es un peligro social. Requiere de una política pública para evitarlos
La pornografía constituye un grave problema moral, filosófico, y por sus costes sociales. Su ejercicio no puede ser ilimitado a partir del momento en que como es evidente causa daños a terceros en términos de salud física, y mental, de seguridad, y de estabilidad familiar.
Obviamente la adicción a la pornografía no se cura con más pornografía,
sino que requiere su regulación bajo el principio de impedir o limitar los daños. Para ello es necesario generar una conciencia social del mal que ocasiona, y muy especialmente en los menores, que contribuya a construir una cultura que la rehace.
