¿VOTO ÚTIL O VOTO FIEL? VOTO CON DISCERNIMIENTO.

¿Debemos los Cristianos votar a «cualquier» opción política? ¿Podemos votar cualquier planteamiento político sin que ello suponga una quiebra de la coherencia de nuestra Fe? Es más, ¿Que pasa cuando un cristiano vota opciones que sabe ciertamente que van en contra de la Fe que profesa? ¿O cuando, al no haber opciones reales de victoria, prefiere no votar antes que votar a un partido minoritario pero fiel al evangelio y a la Doctrina Social? Resumiendo, podríamos decir que lo que pasa cuando todas estas cosas suceden es ESPAÑA.

España, en los 80, era un país lleno de vida, de familias numerosas «normales» en las que no había abundancia, pero si solidaridad y cohesión. España era un país donde el aborto se percibía como lo que es, un crimen, y donde por tanto muy pocas personas, bajo condiciones extremas, se atrevían a hacerlo. España era un país donde nuestros mayores tenían un valor social y familiar, y donde a nadie se le ocurría darle una pastilla a su abuelo para terminar con su sufrimiento. España era un país donde las madres y los padres cuidaban de su familia y de sus hijos de forma denostada, donde a nadie se le ocurría llenar las agendas de sus hijos de actividades extraescolares para ir al gimnasio o para ver la última serie de Netflix.

La realidad y la España que este post describe, alcanza perfectamente a la España en la que nos criamos la mayoría de los miembros de la Junta Directiva de la Asociación Cristianos en Democracia, todos en la «cuarentena» de nuestra vida, es decir, la España que va de 1975 a 1990. La España de Barrio Sésamo, de los Payasos de la Tele, de los «rombos» en las películas, del respeto a los profesores y a los padres, la España de los dibujos animados basados en historias y no en violencia, la España en la que las series juveniles no estaban llenas de tramas sexuales. No, este post no es una «oda» a la España franquista como muchos quieren malinterpretar, sino mas bien a la España de la transición, destrozada por ideologías hedonistas que solo traen incrementos del consumo de ansiolíticos y antidepresivos, incremento de los abortos, incrementos de los suicidios e intentos de suicidios, incremento de divorcios (!durante el primer año de casados!), incremento de manadas, incrementos de la violencia en las familias, incremento de la violencia en las escuelas, incremento de la violencia en el fútbol…La España en la que los niños con 10 años podíamos ir al parque a jugar con nuestros amigos sin necesidad de estar permanentemente acompañados por nuestros padres.

El voto Cristiano puede cambiar las próximas elecciones… ¿Te atreves?

España era un país con muchos defectos, seguro, pero con un nivel de tranquilidad social muy elevado, hasta que llegaron unos señores que decidieron que era necesaria «mas tensión» y «agitación social» para llegar y mantenerse en el poder. Y entonces comenzaron los dramas: Homosexuales «contra» heterosexuales, mujeres «contra» hombres, ricos «contra» pobres, españoles «contra» inmigrantes, derecha «contra» izquierda… Pero no lo plantearon directamente, no. Nos lo vendieron, como siempre, bajo banderas buenistas llenas de buenos propósitos, valga la redundancia, de igualdad, de tolerancia, de progreso.

¿Y que hicimos los cristianos? Nos lo creímos, sin duda, y empezamos a abandonar la verdad única en pos de aquellas nuevas verdades que creíamos que nos ayudarían a llegar a nuestro objetivo. Renunciamos a nuestros valores, para adaptarnos a la «modernidad» y así empezar a ser «transigentes» y «moderados» con otras realidades que pedían paso: El divorcio, el aborto, los medios anticonceptivos, las uniones homosexuales, la transexualidad en los niños. Porque, claro, eso de imponer el bien está mal (¿para que están entonces los legisladores, me pregunto?) eso de recomendar el bien es retrogrado y hay que dar espacio a cualquier propuesta, por minoritaria que sea, en pro de la libertad de expresión.

Y como bien dijo Alfonso Guerra, a España, en 40 años, no la reconoce ya ni la madre que la parió…España es el 5º país con mas divorcios de Europa, con una media de 100.000 rupturas al año; somos «punteros» en el aborto, con mas de 90.000 asesinatos al año; somos capital de lo «gay-friendly» e imponemos modelos aterradores de conductas sexuales a nuestros hijos (la sífilis ha pasado de 700 casos anuales a mas de 4.000 en apenas 15 años) y, como «colofón» final de toda esta «era de libertades», el suicidio en España es la tercera causa de muerte entre los más jóvenes, de 15 a 29 años, si, en España, donde el suicidio es la primera causa de fallecimiento no natural desde hace 11 años, y el número de víctimas triplica al de accidentes de tráfico.

Que nuestros modelos de vida han cambiado es un hecho imposible de rebatir, pero vayamos al origen y a las posibles causas de este «paraíso de la insatisfacción». Es un hecho que en los últimos 40 años los cristianos han desaparecido del mapa electoral español y que, los que han quedado, nos han ofrecido una versión descafeinada de cristianismo que han hecho un daño, cuando menos, difícil de repara a nuestra sociedad. Por un clavo se perdió un reino, o, lo que es lo mismo, quien no es fiel en lo poco, no puede ser fiel en lo mucho.

Tenemos la obligación moral de discernir acerca de las propuestas electorales que nos ofrecerán durante los próximos 2 meses las decenas de partidos que concurrirán a las elecciones. Tenemos el deber moral de decirles a nuestros políticos que las soluciones que nos han ofrecido hasta el momento no han hecho sino socavar los valores de nuestra sociedad. Tenemos la necesidad de buscar partidos y opciones, por minoritarias que puedan parecer, que sean fieles a la verdad que hemos recibido, pues no debemos caer en la tentación del «voto útil» con las que nos están bombardeando estos días. Un voto es útil siempre que se otorgue a una formación que representa los valores de quien lo vota, un voto es fiel cuando no se deja arrastrar por el miedo al avance de opciones radicalmente contrarias, pues nuestra confianza está en Dios y no en los hombres. Nosotros hacemos grandes a los partidos, y no al revés (baste la reciente experiencia de Vox en España para confiar en que, efectivamente, se puede en una solas elecciones poner de nuevo en el debate público a pequeñas formaciones que, como siempre, suelen ser denostadas por los grandes poderes fácticos y los medios de comunicación controlados por estos).

Hay partidos como Partido Contigo Más, UCDE, Coalición ADÑ, Partido Sain que anteponen los principios evangélicos a los contravalores que hoy en día nos quieren imponer. Todos con sus defectos, seguro, y tendremos que rezar por ellos, pero sin renunciar a la hora de votar por aquellas propuestas y formaciones que intentan representar los valores sobre los que se fundó Europa. Y, en el peor de los casos, siempre nos quedará el voto nulo como muestra de nuestro compromiso con la sociedad y la democracia, sin renunciar, ni por incredulidad, a nuestro derecho al voto, y mostrando cuando así lo consideremos que ninguna opción nos representa (nunca recomendaremos el voto en blanco, pues el actual sistema si que hace que, de forma implícita, acabe beneficiando a algún partido, mientras que el voto nulo no entra en dicho juego de proporciones posteriores).

 

El Equipo de Cristianos en Democracia.

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