El Gobierno del «sí», pero luego «no». Del «jamás haremos esto» al «tenemos una razón estupenda, buenísima y super social, incluso feminista para hacer esto». El Ejecutivo que no traspasa «líneas rojas» hasta que aparece un interés propio por el que traspasarlas… Sí, el de Pedro Sánchez. El señor presidente del Gobierno ha encontrado por fin su eslogan -léase excusa- para indultar golpistas: «política de concordia y no de venganza«. Mal vamos si el mandamás de un país confunde hacer cumplir la ley con venganza porque a él no le conviene un fallo o dictamen.
Porque a eso se reduce todo. El Tribunal Supremo ha fallado repetidamente contra los presos del Proces, ha presentado un informe en el que explica por qué NO debe concedérseles un indulto, los mismos condenandos no han demostrado el más mínimo arrepentimiento y sus sucesores siguen su mismo camino… Los jueces aplican la ley sin sentimentalismos, sin afán de venganza. Ley pura y dura.
Ni siquiera la Fiscalía, donde situó a su anterior ministra de Justicia, Dolores Delgado ha dado el visto bueno a la concesión de estos indultos. Y eso que Delgado ha hecho lo posible por ‘decorar’ este órgano con fiscales afines, pegando una patada a la pluralidad y a la democracia.
Fractura en el PSOE
Incluso la parte de interés político es cuestionable… El coste para el PSOE, un partido hasta ahora nacional, de la concesión de estos indultos sería brutal. Los barones actuales y notables que han pasado por el partido, no paran de repetirlo con las manos en la cabeza…
Pero da igual. Pedro Sánchez sólo se preocupa de la supervivencia política de Pedro Sánchez. El cómo, incluso el con quién, le son indiferentes. Si antes de su entrada en escena, los ciudadanos ya echábamos de menos estadistas que tomaran medidas pensando en algo más allá de mantener el poder otros 4 años más, los funambulismos del actual presidente para mantenerse un día más en el puesto han llevado el asunto a otro nivel.
Política del espejo
Para Sánchez, todo empieza y acaba en el espejo. En el márketing. Todo depende de cómo se presenten, de cómo se disfracen los hechos. Y, con los medios de comunicación quebrados, de cuánto le cuesta -en realidad cuánto nos cuesta a los españoles- venderlo. Por supuesto, el dinero -incluso para un país camino del rescate como España- no es un problema… porque este Gobierno tiene claro lo que dijera Carmen Calvo en su día «el dinero público no es de nadie».
El momento para el país es crucial. El indulto a criminales confesos -y orgullosos de lo hecho- que presumen de que repetirán los actos por los que se encuentran en prisión, no sólo haría saltar por los aires a un partido centenario. Lo que estallaría sería un modelo de convivencia, las costuras del Estado.
«Gobierno que escucha»
Esperemos que ante la que está cayendo, Sánchez opte por la cara del «gobierno que escucha» antes que por el espejo.