Más allá de balas y navajas

La campaña electoral en la Comunidad de Madrid ha tenido un antes y un después tras la recepción por parte de políticos de izquierda de sobres con balas o una navaja, en el caso de la ministra Reyes Maroto. Más allá de la autoría real del remitente, que está en manos de la policía, lo preocupante es la reacción de la clase política, con acusaciones graves entre unos y otros partidos que ponen en riesgo la convivencia.

Las urnas ya no estarán el 5 de mayo. La sociedad, y las heridas causadas a la convivencia, sí.
Imagen de la carta recibida por Pablo Iglesias conlgada en su perfil de Twitter

Porque la radicalización de la calle es un hecho. La irrupción de VOX ha hurtado a la izquierda ese feudo tradicionalmente suyo. Los escraches, por ejemplo, ahora también han llegado a los dirigentes podemitas -a quienes, por cierto, parece no gustar ese «jarabe democrático» que tan alegremente repartían-. Cada mítin de la formación de Santiago Abascal en Madrid, en lugares tradicionales de la Izquierda, corre el riesgo de acabar a pedradas o en tumulto.

La aparición de las cartas amenazantes ha dejado en nada las promesas de los políticos. Los medios no se hacen eco de las propuestas de los candidatos, sino de sus acusaciones, insultos y teatrillos. Y está habiendo demasiado de ello. Sobreactuaciones con espantadas incluidas para victimizarse y acusar a otra fuerza con representación democráticamente ganada de estar con la violencia…

Convivencia y responsabilidad

Por el otro lado están quienes acusan de montaje los sobres. Están en su derecho, y la Justicia y la policía deben aclarar este asunto. Pero las formas elegidas para agitar a su parroquia mientras crispan a la contraria, no son las más adecuadas para rebajar el clima de tensión de la comunidad.

España siempre ha sido un país de sangre caliente. Nuestros políticos tienen la obligación de hacer una campaña limpia en la que los madrileños en este caso, pero todos los españoles en general, puedan saber qué es lo que están eligiendo. Reducir el voto a la emotividad de la simpatía por las presuntas víctimas o a la reacción a un montaje sólo provoca crispación.

Las urnas ya no estarán el 5 de mayo. La sociedad, y las heridas causadas a la convivencia, sí.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *