Sociedades con piel de usuario de Instagram.

De niño conocí a Pablo, un pobre loco que deambulaba por las calles de mi barrio y que dentro de sus problemas mentales y de su incapacidad de aprendizaje, tenía una característica que nos llamaba a todos la atención.

Pablo vivía con su madre y debido a que padecía no recuerdo qué enfermedad que le impedía comportarse con normalidad, su madre con afán protector, le decía que nunca se alejara más de dos pasos del portal de la casa.

Pablo, obediente, daba dos pasos, miraba sus huellas en el albero (porque antes no había tantas aceras y la mayoría de las calles de mi barrio eran de un polvoriento y amarillo albero) y con un periódico arrugado en sus manos, iba borrando del suelo las huellas, así daba dos pasos más y se volvía a girar y borraba de nuevo las dos nuevas huellas, así una y otra vez hasta alejarse del portal decenas de metros.

Black Lives Matter cree, que borrar las huellas del pasado va a modificar el presente. Pobres.

Creía el pobre Pablo que borrando sus huellas, modificaría el concepto del lugar donde se encontraba, ya que si miraba hacia atrás, tan solo veía dos huellas, dos pasos, tras de sí…como le había dicho su sacrificada madre. Dos pasos.

Así está ocurriendo hoy mismo, salvo que no es Pablo quien pretende borrar las huellas sino este movimiento, Black Lives Matter, que cree, con la misma sabiduría y sin la misma inocencia que Pablo, que borrar las huellas del pasado va a modificar el presente. Pobres.

No juzgaré si son lo suficientemente espabilados como para conocer a cada personaje que siendo inmortalizados en piedra o bronce, han ido derribando. No juzgaré si han tenido la oportunidad de investigar en la cultura general y conocer los pros y contra de cada uno de ellos, no juzgaré si son arrastrados por una moda, boba y absurda, de pretender aniquilar todo aquello que nos ha hecho ser hoy como somos. Con sus luces y sus sombras, pero así fuimos y así somos.

No creo ni puedo imaginarme tantos Pablos juntos y que babeando van derribando con gran éxito mediático y con total impunidad, todo aquello que les huela a fobia, les suene discriminatorio o les hayan dicho que son personajes peores que la peste, y por tanto me pregunto la razón de sus actos.

Su pretensión no es otra que autoafirmarse en el presente, necesitan decir al mundo que ahora son ellos, la izquierda solidaria, el socialismo, el comunismo, etc., los «buenos», pese a que la herramienta para ello sea la manipulación y el pretender cambiar la historia.

La corta mirada del desconocimiento con el que obran, su incapacidad de entender la historia en su contexto y el pretender juzgar con los valores morales del presente las acciones del pasado, definen la pobreza de sus argumentos.

No pretendo reconstruir ni enaltecer a los personajes atacados, pero sí que sería oportuno que como piezas que forman la historia, sean debidamente recordados en museos o lugares apropiados para evitar que a los más sensibles les duela la mirada verlos. Cada obra de arte es hija de su tiempo, aniquilarlas, destruirlas es, sencillamente, un necio error.

La humanidad completa, con toda su gama de color de piel, ha de permanecer leal a la verdad, y la verdad se extiende tanto a esas luces como a esas sombras, a saber reconocer sus éxitos y también sus errores, a considerar los aciertos y desaciertos, a valorar sus triunfos y sus equivocaciones y les duela a quien les duela, no pueden ni deben ser borrados de la historia ni unos ni otros.

Asumamos que la historia es solo una, la que es, unas veces enalteciendo a unos y otras condenando juiciosamente a otros y no la que nos pretenden mostrar tan mediáticamente, recortando de un lado, tergiversando por otro, ocultando por más allá. No busquemos la culpa siempre en el otro.

Una sociedad dinámica, sin olvidar su pasado, irá siempre encaminada a prosperar. Una sociedad amnésica, manipulada y quiescente, está irremediablemente condenada al fracaso.

Jucho

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