Dicen que las comparaciones son odiosas, pero no es menos cierto que una imagen vale más que mil palabras… y la imagen del post no deja lugar a dudas.
Si retiramos la alimentación a una persona cuya vida juzgamos como «indigna», ¿por que no retirársela a todas las personas cuya vida no cumple con los parámetros de «dignidad» que esta sociedad defina en cada momento?

El caso de Vincent Lambert, al igual que el de Alfie Evans, es una vergüenza para nuestras administraciones, estados y tribunales de justicia europeos. En este caso, además, no puede aducirse ni tan siquiera «encarnizamiento terapéutico», pues Vincent no está en tratamiento, ni tan siquiera está «enfermo»; simplemente está en coma, y la ciencia tiene a día de hoy, tantas evidencias de que pueda despertar mañana como de que no lo hará. Dejar de alimentarlo solo tiene una denominación: HOMICIDIO.
La dictadura del relativismo se impone incluso legalmente, y los tribunales hoy se arrogan el derecho de dejar morir a un niño en contra de las opiniones de la comunidad científica y, por supuesto, en contra de la voluntad de sus padres, pues hemos llegado a un punto en el que el señor de la vida es el Estado, que decide cuando y como deben morir sus ciudadanos.
Si nuestra sociedad no da una respuesta inmediata y urgente a esta perversión y retorna a los valores, con el valor supremo de la vida en el centro de sus legislaciones, seguiremos asistiendo a los más diversos actos de desprecio de la vida en todos los ámbitos: abortos, suicidios, violencia de género, abusos sexuales, bulling, … en definitiva, una sociedad, cada vez, más violenta contra la vida, en todas sus formas y estados.
Asociación Cristianos en Democracia.