El ataque de socialistas y comunistas a la educación especial: A los que no matan abortados, no se lo van a poner fácil.

Al cobijo del coronavirus, el gobierno social-comunista sigue cubriendo etapas en aspectos de la vida que nada tienen que ver con la salud. En este sentido el coronavirus viene a ser por un lado una cortina de humo, que hurta a la sociedad encendidos debates que de otro modo estarían teniendo lugar. Por otra parte, el gobierno aprovecha la gravedad del momento y la unidad que en parte reclama la sociedad para, valiéndose de la desactivación de la vida política, ir alcanzando objetivos políticos sin apenas oposición.

Uno de los asuntos en los que el gobierno está aprovechando la situación para introducir reformas sustanciales es la llamada educación especial. El proyecto de Ley Orgánica de Modificación de la Ley Orgánica de Educación (LOMLOE), la también conocida “Ley Celaá”, prevé en su disposición adicional cuarta que “los centros ordinarios cuenten con los recursos necesarios para poder atender en las mejores condiciones al alumnado con discapacidad”. Pese a que la disposición no prevé la eliminación total de los centros de educación especial, sí prevé que pasen de ser especiales a convertirse en algo así como “muy especiales” y de mero apoyo a los centros ordinarios. La inclusión de esta disposición en la Ley, lógicamente, ha dado lugar a una catarata de especulaciones sobre lo que el gobierno pretende hacer con la educación especial provocando el consiguiente desasosiego entre las familias.

Los socialistas, su ataque a la educación especial y la navarra que se ha convertido en un referente de la resistencia en las redes sociales

En realidad el problema de fondo no resulta demasiado difícil de entender. Una influyente tuitera navarra lo ha explicado con una sola imagen y unas pocas palabras en un contundente tuit, que se ha viralizado alcanzando miles de “me gusta” y retuits.

A casi nadie se le escapa que hay niños especiales que necesitan una educación especial, recursos especiales, personal especial, atención especial y cariño especial; a casi nadie al menos fuera del gobierno y del entorno de la indescriptible ministra Celaá.

En realidad cabría preguntarse cuál es la razón por la que el gobierno abre un problema donde no lo hay y trata de convertir a martillazos lo especial en normal. Por supuesto sin escuchar a las familias ni atender a los profesionales para conocer su situación. El ministerio ha negado tener la intención de cerrar centros especiales, pero por otro lado tampoco modifica el texto que abre la puerta a esa posibilidad y genera la inquietud. A fin de cuentas lo relevante jurídicamente es lo que se pone efectivamente en las leyes y no lo que dicen los ministros.

Podría pensarse que la única explicación hipotética discernible para hacer algo tan absurdo es la obsesión de cierto tipo de pensamiento izquierdista, el cual se manifiesta en muchos otros aspectos de esta misma “Ley Celaá”, en virtud del cual no existen las diferencias naturales entre las personas. No existe la genética. No existe la biología. Todo es educación. Todo es una construcción social. Desde este punto de vista no tiene sentido una educación especial porque implica aceptar que no todos los niños son en origen iguales, ni siquiera igualables. Implica aceptar que hay niños especiales previamente a la educación y que los niños no se convierten en diferentes o especiales por la cultura, el entorno y la educación recibida.

También puede jugar un papel en todo este dislate la obsesión igualitaria de que todo el mundo debe tener la misma educación para obtener una sociedad igualitaria. Pero siempre desde un par de premisas características del pensamiento izquierdista radical. La primera que los niños, como ya ha señalado claramente la ministra Celaá, no son de los padres, sino en la práctica del gobierno. No se trata por tanto de que todo el mundo tenga igualdad para elegir un menú, sino de que todo el mundo elija lo mismo. No se trata de igualdad de oportunidades, sino de igualdad de resultados. Y en segundo lugar se trata de no reconocer diferencias y tratar a todas las personas como una masa uniforme, de modo que todo el mundo reciba la misma educación sean cuales sean sus cualidades, su situación o sus preferencias. Trasladado al campo de la medicina, esto sería como, en nombre de la igualdad, dar en los hospitales una aspirina a todos los enfermos que llegaran, lo mismo al que llegara con un dolor de cabeza, que al que viniera con un cáncer, que al que llegara con una herida abierta y varias costillas rotas tras caerse de una moto. Todo esto conecta también con el viejo principio jurídico de que Justicia no es dar a todos lo mismo, sino dar a cada uno lo suyo (que puede ser lo que necesita concretamente esa persona). ¿Por qué los socialistas cuestionan la educación especial? Pues quizá porque la alternativa podría ser tener que cuestionarse su socialismo. O quizá sólo es un nuevo dislate simplemente producto del desconocimiento y la incompetencia.

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