Dejad a nuestros hijos en paz, ZORRAS.

Para empezar, dejemos claro que el uso del calificativo zorras en este artículo no es en modo despectivo alguno; antes bien, no hago sino usarlo al modo que quienes lo reivindican últimamente parecen desear.

El bochornoso espectáculo al que hemos asistido esta semana, Presidente del Gobierno de España llamando «facha» a quien se muestre contrario a esta canción incluido, no es más que otro ejemplo de polarización social al que nos someten permanentemente.

Hoy en día es imposible mantener un debate sano sobre ningún tema: O estás conmigo o estás contra mi; O te gusta la cancioncita «zorra» o eres un facha. O peor aún, mejor te callas, para que no te señalen como facha.

La elección de Zorra como canción para representar a España en el festival de Eurovisión plantea 2 debates fundamentales. Uno sobre lo soez en la cultura; el otro sobre su impulso con fondos públicos.

Que el arte y la cultura que hoy en día se promueven huelen a «podrido» es algo más que evidente cuando uno repasa la lista de éxitos musicales del último año y le da un vistazo a la estética de los «artistas».

Letras llenas de insultos y vejaciones, tratando a las mujeres como si sólo fueran trozos de carne que menean el trasero, que las chicas cantan y repiten emocionadísimas… contra la promoción de la pornogarfía auditiva por parte de los grandes medios poco podemos hacer, pues son ellos quienes determinan que promocionar con su dinero.

Pero contra la promoción de canciones como Zorra en medios y con fondos públicos, no solo podemos, sino debemos actuar como sociedad. No podemos permitir que, a base de repetición machacante, nuestras hijas acaben cantando que son unas zorras sin saber muy bien ni lo que quieren decir con ello.

Y eso es lo que pasa cuando Radio Televisión Española se permite, en primer lugar, admitir a concurso este tipo de canciones y estéticas, fomentando la estética trans como si fuera algo que la población española apoya o con lo que pueda estar mínimamente de acuerdo.

Parece que la elección la hubiera hecho la mismísima Irene Montero, para quien la máxima aspiración de una mujer de hoy en día, feminista, parece ser aspirar a ser una zorra que vuelva sola y borracha a casa cada día.

Si esa es la educación que quiere dar a sus hijos, estupendo, pero aquí es dónde Asociaciones como la nuestra deben recordar a toda la «progresfera» que no tienen derecho a promover ningún tipo de conducta que pueda repercutir en la moral sexual de nuestros hijos, cuya educación concierne exclusivamente a lo padres.

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