La fábula de la rana y el escorpión serviría perfectamente para explicar el desarrollo de esta legislatura en la política española y lo que está ocurriendo con la Ley de Amnistía en España.
El nivel de corrupción moral de nuestra clase política ha degenerado tanto que a nadie extraña ya las situaciones que vemos, a diario, en el Parlamento de España, a cuenta de la lamentable Ley de Amnistía.
En el mundo de los ciegos, el tuerto es el Rey, reza un refrán Español. Pedro Sánchez ha descubierto esta semana con la Ley de Amnistía que no es el único tuerto de la política española.
Lo más asombroso de todo es como el resto de diputados del Partido Socialista Obrero Español (salvo contadas y estériles excepciones, como la de Emiliano Paje) y de Junts per Catalunya, callan, ante los engaños semanales de sus propios líderes para sacar adelante la Ley de Amnistía.
Los votantes y diputados del PSOE ya ni saben cuantas «líneas rojas» han tenido que borrar desde Julio de 2023, y asisten atónitos cada semana a una nueva «machada» de su todopoderoso líder, al que deben no sólo obediencia, sino silencio, cediendo más y más ante terroristas e independentistas para conseguir la amnistía.
Pero en el otro lado no se quedan cortos… los miles de imputados por corrupción, terrorismo callejero y sedición ven como preocupación como a Puigdemont le preocupa sobre todo, y por encima de todo, su propio pellejo, y que no está dispuesto a aprobar una Ley de Amnistía que favorezca a muchos si no le garantiza un retorno en olor de multitud a Cataluña.
En definitiva, dos sociópatas narcisistas, muy mentirosos, al frente del destino de nuestra sociedad que, lejos de ser una lamentable reproducción de fábulas infantiles, se afianza en el día a día de la política española.
Mientras tanto, los ciudadanos asistimos a plazos cada vez más elevados para una cita en el centro de salud o en el especialista, subidas interminables de impuestos que se usan para pagar una deuda pública que no para de crecer o para financiar las campañas ideológicas en colegios y centros infantiles, en lugar de reforzar la educación tal y como ponen de manifiesto los informes internacionales;
Un desempleo juvenil imposible de contener, una política de viviendas sociales inexistente más allá de ofrecer jugosos negocios a los fondos de inversión que siguen adquiriendo, a precio de saldo, miles de viviendas cada año en España; Una política agraria al servicio de terceros países que producen con dudosos estándares de seguridad alimentaria y una política energética cuyo mayor logro sigue siendo vivir de los favores de la UE.
De la inmigración, mejor, ni hablar, pues nadie se atreve a ponerle el cascabel al gato y decir a nuestra sociedad que necesitamos a nuestros hermanos inmigrantes para sustituir a los mas de 100.000 inocentes que asesinamos, cada año, con el aborto, porque las familias españolas prefieren tener un perro antes que un hijo.
Cuatro años más, perdidos, en los que la Deuda Pública seguirá creciendo como una losa para futuras generaciones, y los grandes prestamistas internacionales frotándose las manos y disfrutando del «espectáculo» de nuestros políticos inoperantes. Y mientras, los cristianos …