La Ley Celaá es una Ley ideológica, no pedagógica.

(INFOCATÓLICA) Gregorio Luri (Azagra, 1955) ha trabajado como maestro de primaria, como profesor de filosofía en bachillerato y como profesor universitario en la Universidad Complutense de Madrid. Tiene estudios de magisterio, es doctor en filosofía por la Universidad de Barcelona y licenciado en Ciencias de la Educación. Ha publicado muchos libros sobre pedagogía, política y filosofía. Debido a los trabajos que se están haciendo en el Parlamento español en torno a la enésima ley educativa le hacemos algunas preguntas. (las negritas son mías)

¿Cuál es la idea pedagógica subyacente en la nueva ley?

R: No creo que haya una pedagogía subyacente. Y si la hay, no la veo. Lo que veo es mucha ideología. Si hubiera pedagogía, la ley estaría encarando los problemas pedagógicos reales y estos ni se consideran.

La Ley Celaá dificulta la promoción social de los mas desfavorecidos
La Ley Celaá dificulta la promoción social de los mas desfavorecidos

Por lo que vemos en el proyecto de ley parece que existen varios enemigos, la escuela concertada, la de educación especial, la de educación diferenciada… ¿son enemigos de la «buena educación» o de estos gobernantes y su ideología?

R: El principal enemigo del proyecto son los pobres. La izquierda está vaciando la escuela de conocimientos en nombre de una equidad por lo bajo que dificulta cada vez más la promoción social. Para reducir las diferencias culturales, está reduciendo el valor del conocimiento y sustituyéndolo por el de la actividad. Con el pretexto de no dejar atrás a ningún alumno, ha sacrificado el rigor, la exigencia, la memoria y la propia lengua española. Vayan a las facultades de ingeniería y pregunten cuántos alumnos proceden de la escuela pública.

A la hora de definir las asignaturas que se imparten durante la escolaridad vemos que se ha ido dejando de lado temas como el griego, el latín, se diluye la filosofía, la religión y se han ido sustituyendo por idiomas, economía y se piden algunas más con un ideal utilitarista. ¿Debe la escuela formar personas aptas para la sociedad, estudiantes aptos para la universidad, mano de obra cualificada…? ¿Qué debemos sacar de nuestros centros escolares?

R: ¡Si al menos lo que se introduce se aprendiera bien! ¿Pero podemos estar orgullosos de los conocimientos de nuestros alumnos en idiomas o economía? Asumámoslo: La izquierda se ha hecho antiintelectualista. Prefiere ofrecer una hipotética educación emocional a una buena competencia en comprensión lectora.

El ciudadano de a pie, ¿Cómo puede luchar a nivel individual para salvar el caso particular de sus hijos? ¿De qué «armas» dispone para paliar tanta deflación educativa?

R: El ciudadano de a pie hace tiempo que sabe que la escuela cubre sólo una parte de la educación que necesitan sus hijos para encarar el futuro. Por eso se gasta cada vez más dinero en completarla. Al reducir el valor de la escuela, se está favoreciendo la expansión de las actividades extraescolares. Las familias están dedicando una parte creciente de su presupuesto a completar extraescolarmente la formación de sus hijos. Yo los animo a ello.

El informe PISA es un tema recurrente, se utiliza para valorar nuestra educación por comparación. Pero no tenemos otros informes «objetivos» que nos indiquen la calidad de nuestros centros. Entendemos el valor de compararnos con otros países, datos macro, pero no hay un interés por lograr datos que comparen centros dentro de una misma región, datos micros. ¿No es esto contraintuitivo para el ciudadano?

R: En el País Vasco Luis Lizasoain ha llevado a cabo un estudio magnífico comparando centros. Ahora hay que estudiar a fondo qué características comparten los centros altamente eficientes, que son los que obtienen resultados por encima de lo que su medio socio-cultural nos animaría a esperar. Verónica Azpillaga está dirigiendo ahora el proyecto. Va en la línea de reforzar los métodos pedagógicos basados en evidencias que se están abriendo camino poco a poco, pero de forma imparable. Aunque los redactores de la nueva ley no se quieran enterar. Y estos datos, minuciosos y muy interesantes, los tiene el Gobierno Vasco. No parece que tenga la intención de hacerlos públicos, pero sí debería, al menos comprometerse a que ningún centro tenga resultados inferiores a un estandard que no sería difícil de establecer.

Leo que la ley ha sufrido una variación importante para el acceso de los alumnos. Así en la admisión de alumnos, la Lomloe inicial decía que ninguno de los criterios de baremación (hermanos, proximidad al centro o renta familiar) puede suponer más del 30% de la puntuación total. Tras las enmiendas, sí se permite rebasar el límite en el que se refiere a la cercanía entre la escuela y la vivienda. Esto, en principio, dificulta las opciones de las familias de escoger centro y por otra parte refuerza la idea tan instaurada de matricular en el centro más cercano al domicilio sin mirar otras condiciones. ¿Cómo valora esto?

R: Sobre la elección de centro diré que en España la proximidad sigue siendo el principal criterio de las familias. Ahora bien, me parece un contrasentido que se fomente la autonomía de los centros y se restrinja la de las familias.

La nueva ley parece dejar en manos de las CC.AA. la decisión de qué lengua se considera vehicular, dejando por ello el español de serlo por fuerza (aunque en la práctica en varias CC.AA. no se cumplía y ahí están las sentencias). ¿Cuál es la importancia de aprender en la lengua materna? ¿El bilingüismo o el trilingüismo es algo más que una moda, sus bondades las sostienen los datos que conocemos?

R: Los redactores de la nueva ley saben muy bien que no se puede dejar en manos de las CCAA esta decisión. Al proponerla están haciendo retórica, que es el precio que tienen que pagar a ERC por su apoyo. Y bien pudiera ser que una sentencia del Constitucional les supusiera un varapalo. Claro que, efectivamente, aquí el cumplimiento de determinadas sentencias parece optativo. Respecto a la importancia de aprender en la lengua materna, desde un punto de vista psicológico, no hay dudas al respecto. Pero en educación no priman los argumentos psico-pedagógicos, sino los políticos.

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