La soberbia izquierda española.

Napoleón, líder brillante que disfrutó de muchos éxitos en el campo de batalla, se proclamó Emperador, convirtiendo a Francia en el poder dominante de Europa. Esta egolatría se le subió tanto a la cabeza que fue la causa de su ruina.

Llamado por la Iglesia Rusa Ortodoxa como el Anticristo, se caracterizó por su desprecio a la Iglesia Católica, a la que quiso someter a su poder. El día de su coronación como Emperador, invitó al Papa Pío VII a que lo coronara como hizo el, Papa León III con Carlomagno en el año 800. En el transcurso de la ceremonia, en un acto de pura soberbia, se auto coronó, vejando así al Papa con una tremenda humillación. En su megalomanía se atrevió a tocar al Vicario de Cristo. Dicen las Sagradas Escrituras: ¡Ay de aquel que toque al Ungido de Dios!

En su avaricia y afán de conquistar Europa y extender la ideología anticristiana de la Revolución Francesa, invadió España creyendo que la mayoría de los españoles deseaban ese nuevo régimen que estaba implantando. Le salió el tiro por la culata, aquí en España comenzó su Waterloo.

El comportamiento de este Gobierno que tenemos me recuerda mucho a Napoleón, pero nada más que en soberbia, en su avaricia y en su ataque unas veces evidente y otros solapados hacia la Iglesia, hacia el cristianismo y hacia todo aquello que sustente y apoye al cristianismo: la fe, la esperanza, la tradición y la fidelidad, como por ejemplo la Monarquía como institución.

El plan a largo plazo de este Gobierno no es otro que transformar nuestra nación un una nación republicana, atea, pobre, necesitada, repleta de seguidores poco pensantes y por tanto fácilmente manipulables y por supuesto, esclavos de sus decisiones. Un gobierno repartiendo golosinas cuando falta el pan para comer, entreteniendo al personal.

Un poder dirigido por una pandilla de engreídos y que acabarán, como es de esperar, descabezándose unos a otros.

Como ha sucedido a lo largo de la Historia de la humanidad, a estos tipos siempre les saldrá el tiro por la culata. Sus planes serán como paja que se lleva el viento, pues Dios se resiste a los soberbios, exalta a los humildes y es el que tiene la última palabra.

Jucho.-

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