Las mentiras sobre el Tribunal de la Santa Inquisición que forman parte de la Leyenda Negra sobre España, han llenado miles de páginas de libros a lo largo de los últimos siglos y, más recientemente, cientos de películas, series y material audiovisual creado para perpetrar una de las mayores mentiras de la Historia.
Y no hay más que acercarse a la verdad, a la información con datos mínimamente fiables y demostrables, y no a los panfletos editados por los antiguos protestantes holandeses y británicos, para tomar conciencia que en este caso, ha sido la ficción la que siempre ha superado, con creces, a la realidad.
Resulta curioso comprobar como un erudito historiador de formación luterana, declarado agnóstico y mas recientemente autodenominado «cristiano independiente», es decir, poco sospechoso de «colaboracionista» con la Iglesia Católica, denuncia, en su último libro, Falso Testimonio, siglos de historia anticatólica, las mentiras vertidas durante siglos sobre La Inquisición, entre otras grandes mentiras masónicas.
Por si a alguno le queda alguna duda, Stark ha sido presidente de la Society for the Scientific Study of Religion y de la Association for the Sociology of Religion, y ha recibido numerosos premios nacionales e internacionales por su eminente trabajo.
Como podemos leer en RELIGIÓN EN LIBERTAD, Stark basa sus conclusiones en los estudios realizados por diferentes historiadores que analizaron todos los archivos de las Inquisiciones de Aragón y Castilla: 44.674 casos entre los años 1540 y 1700.
De lo que hay mucha más información es del periodo que va de 1540 a 1700. En ese tiempo de los 44.674 acusados fueron ejecutados 826 personas, un 1,8% del total, es decir, poco más de 5 ejecuciones por año. Si se sumaran también las de los primeros cincuenta años, de los que hay menos datos, entre 1480 y el 1700, dónde se calculan unas 50 ejecuciones anuales, se habrían llevado a cabo una media de 10 ejecuciones anuales.
Es decir, que la cifra total no llegaría ni a 2.500 personas en más de 200 años, cuando la República Española mató a más de 10.000 personas durante la persecución religiosa de 1931 a 1939 en España.
¿Torturas? Muchos presos decidían blasfemar para ser trasladados a cárceles de la inquisición.
Otra gran mentira es la que se refiere a las torturas a las que supuestamente eran sometidos los acusados.
Muchos estudiosos coinciden en que las cárceles de la Inquisición fueron con mucho las más confortables y humanas de Europa. Madden afirma, según recoge Stark, que en la documentación aparecen casos curiosos de “criminales que en España decidían blasfemar a propósito para que los trasladasen a cárceles de la Inquisición”.
“Todos los tribunales de Europa utilizaron la tortura, pero la Inquisición lo hizo en una medida mucho menor que otros tribunales. En primer lugar, porque la legislación eclesiástica limitaba la tortura a una sesión que no durase más de quince minutos, y no podía ponerse en peligro ni la vida del reo, ni siquiera alguno de sus miembros. ¡Tampoco podía derramarse sangre”.
Esto no quita que aún con estas limitaciones se pudiera hacer daño a los acusados, pero eran los propios inquisidores los que dudaban de la eficacia de la tortura y según Thomas Madden, director del Centro de Estudios Medievales y Renacentistas en la Universidad de Saint Louis, apenas el 2% de los casos que pasaron por los tribunales conllevaron algún tipo de tortura.
Las fuentes de la mentira.
Respecto al origen de la «Leyenda Negra», recomendamos leer la entrevista a Iván Velez, sobre su libro Sobre la Leyenda Negra, también en Religión en Libertad, en la que analiza como durante los siglos XVII y XVIII la potente industria editorial holandesa, como en el XIX ocurrió con la francesa, trabajaron intensamente en la edición de obras hispanófobas que a menudo se nutrían de los escritos de algunos españoles como Bartolomé de Las Casas.