MUJERES CRISTINAS QUE HICIERON HISTORIA: DE ROMA A LA AMÉRICA COLONIAL.

Cuando me propuse hacer este artículo, como suelo hacer me fijé que el Domingo 23 de agosto la Iglesia celebra la festividad de Santa Rosa de Lima, Patrona de Perú, América y Filipinas (imagen dcha.) además de ser la primera Santa de América, pero es que acto seguido me di cuenta de que el martes 18, a principios de semana, fue Santa Elena (imagen izda.), madre del Emperador Constantino, y mujer de gran importancia en la primera etapa de la Iglesia.

Y es que con todo el contenido anticristiano en los medios de comunicación referente al feminismo radical que demoniza al hombre, crea divisiones donde no las hay, reviste el aborto como derecho de la mujer, llegando incluso hasta legalizarlo hasta los nueve meses como vimos hace una semana en la secularizada Francia…más toda la ingeniería social que está destruyendo la identidad sexual de los hombres y mujeres de Europa y el mundo con la ideología de género. Hoy, para contrarrestar el poder demoníaco de este Nuevo Orden Mundial impulsado por la Masonería que coartan nuestros derechos y libertades fundamentales de forma velada pero contundente, y entre ellos el de la libertad religiosa… en este ambiente de terrorismo informativo de la pandemia, os traemos a dos Santas Mujeres, por no hablar de la Virgen María, de la que ya hablamos anteriormente con motivo de la fiesta de la Asunción, que vienen a darnos testimonio del papel tan relevante que tuvieron en la defensa y expansión del Cristianismo. Y que, además, no lo hicieron con manifestaciones violentas ni reclamaciones cargadas de rencor ni odio, sino con un espíritu de humildad, sencillez y alabanza que solo concede el Espíritu Santo a los mansos y humildes de corazón.

¿Valentía femenina y cristianismo son incompatibles en estos tiempos? Ni ahora ni antes, y aquí os lo explicamos con dos modelos de santidad

Convirtiéndose en figuras destacadas en la historia de la Iglesia y de la humanidad por su gran influencia en el mundo antiguo de la Roma Imperial del S.III-IV d.C. y en la América Colonial de finales del S. XVI y principios del XVII.

Santa Elena y el Triunfo de la Cruz

Fue una mujer decisiva en la vida del cristianismo durante la edad antigua, por sus padecimientos y triunfos para mayor gloria de Dios, pues al ser madre del Emperador Constantino, influyó decisivamente en la conversión de su hijo, poniendo fin de la persecución de los cristianos; además de encontrar la Vera Cruz de Cristo en Jerusalén.

Nació en el año 270 d. C. en Bitinia (hacia el sur de Rusia, junto al Mar Negro, Se casó con un general muy famoso del ejército romano, llamado Constancio Cloro, del que tuvieron a un hijo al que llamaron Constantino.

Años más tarde, fue repudiada y abandonada por su marido, durante 14 años, Sin embargo, en medio de la soledad conoció a Dios y se convirtió al cristianismo.

Cuando murió Constancio Cloro, Constantino fue proclamado emperador por el ejército.

Antes de la batalla de Saxa Rubra contra sus enemigos en el puente Milvio en Roma, Constantino tuvo un sueño donde Cristo le mostraba la Cruz y le decía: “Con este signo vencerás”. Al día siguiente, el emperador llevó la Cruz en el combate y venció.

Tras la victoria, en el año 313 con el Edicto de Milán, Constantino decretó la libre profesión de la religión católica, facilitando su expansión por todo el mundo antiguo, y dando, con ello fin a las persecuciones sangrientas dirigidas, por las autoridades, contras los cristianos durante trescientos años.

Constantino amaba inmensamente a su madre Elena y la nombró Augusta o emperatriz, dándole poderes para poder realizar labores de caridad y de ayuda a los más necesitados.

Aun así, sintió el anhelo de reencontrarse con las raíces de su Fé, por lo que se fue a Jerusalén para buscar la Santa Cruz, llevándose un grupo de obreros que realizaron excavaciones en el monte Calvario, encontrando no solo la Cruz, sino también otras reliquias.

San Ambrosio narra que, a pesar de ser una mujer noble, Santa Elena se vestía con sencillez, se mezclaba con los pobres y utilizaba el dinero que su hijo le daba para repartir limosnas. También era muy piadosa y pasaba muchas horas rezando en el templo.

En Tierra Santa hizo construir tres templos: uno en el Calvario, otro en el monte de los Olivos y el tercero en Belén.

Mujer, modelo de santidad, que supo afrontar sus sufrimientos abrazando a Jesús para después dar frutos de amor y de vida, sirviendo como instrumento de Dios para dar paso a la etapa histórica conocida como la Paz de la Iglesia.

Santa Rosa de Lima, Primera Flor de Santidad de América

En cuanto a nuestro segundo ejemplo femenino de santidad, tenemos que dar un salto en el tiempo para llegar hasta el Virreinato del Perú a finales del S. XVI.

Bautizada como Isabel Flores de Oliva, nació y vivió en la ciudad de Lima de1586 -a 1617. Religiosa peruana de la orden terciaria de los dominicos y primera santa de América. Tras haber dado signos de una intensa precocidad espiritual, a los veinte años tomó el hábito de terciaria dominica, y consagró su vida a la atención de los enfermos, niños, oprimidos e indígenas y a las prácticas ascéticas, extendiéndose pronto la fama de su santidad.

Una de las oraciones que solía decir era: “Cuando servimos a los pobres y a los enfermos, servimos a Jesús”.

Por su belleza recibió popularmente el nombre de «Rosa» al que ella añadió «de Santa María» En el bautizo le pusieron el nombre de Isabel, pero luego su madre al ver que al paso de los años su rostro se volvía sonrosado y hermoso como una rosa, empezó a llamarla con el nombre de Rosa. Y el Sr. arzobispo al darle la confirmación le puso definitivamente ese nombre, con el cual es conocida ahora en todo el mundo.

La sociedad de su época, propia de un periodo colonial, estaba orientada en varios aspectos por el ideal del materialismo, ostentación y lujos. Había familias pudientes, otras de pequeños propietarios y la gran mayoría de campesinos, negros y mulatos, tratados como esclavos. La familia de Rosa era de pequeños propietarios, aunque sus padres se esforzaban en darle una seria educación humana y una sólida formación en la fe.

Desde pequeñita Rosa tuvo una gran inclinación a la oración y a la meditación. Un día rezando ante una imagen de la Virgen María le pareció que el niño Jesús le decía: «Rosa conságrame a mí todo tu amor». Y en adelante se propuso no vivir sino para amar a Jesucristo.

Su padre fracasó en el negocio de una mina y la familia quedó en gran pobreza. Entonces Rosa se dedicó durante varias horas de cada día a cultivar un huerto en el solar de la casa y durante varias horas de la noche a hacer costuras, para ayudar a los gastos del hogar. Como dominica seglar daba clases a los niños, incluyendo aprendizaje de instrumentos musicales (guitarra, arpa, cítara). Llevando en su hogar una vida sencilla, pero sin falta de necesidades básicas.

Participaba en la Eucaristía en el Convento de Santo Domingo. Al fondo de su casa, en la huerta de sus padres, construyó una cabaña, una ermita, con el fin de asimilar más el Evangelio en la oración. Sólo Dios la va retribuyendo y ella se va forjando como mujer de «contemplación en lo secreto», junto con las mortificaciones y penitencias que la unían más con su Amado.

Frente a su prójimo era una mujer comprensiva: disculpaba los errores de los demás, perdonaba las injurias, se empeñaba en hacer retornar al buen camino a los pecadores, socorriendo a los enfermos; y esforzándose en la misericordia y la compasión.

Los últimos años vivió continuamente en un ambiente de oración mística, con la mente casi ya más en el cielo que en la tierra. Su oración y sus sacrificios y penitencias conseguían numerosas conversiones de pecadores, y aumento de fervor en muchos religiosos y sacerdotes. En la ciudad de Lima había ya una convicción general de que esta muchacha era una verdadera santa.

El 24 de agosto del año, en la fiesta de San Bartolomé, hecho que ella ya presentía tiempo atrás, en 1617, después de una terrible y dolorosa agonía, expiró con la alegría de irse a estar para siempre junto a su amadísimo Salvador a los 31 años.

Y a esta muchacha de condición económica pobre y sin muchos estudios, le hicieron un funeral de grandes honores en la ciudad de Lima, llevada por autoridades eclesiales, civiles y religiosos dominicos.

Más tarde, los milagros empezaron a sucederse en favor de los que invocaban la intercesión de Rosa, y el Sumo Pontífice la declaró Santa y Patrona de América.

Conclusión

El cuerpo de Santa Elena se encuentra actualmente, en la Basílica de San Juan de Letrán, una de las cuatro basílicas más importantes de Roma y considerada Iglesia-madre de la Iglesia Católica en el mundo entero. Es venerada el 18 de agosto por la Iglesia Católica y Ortodoxa, patrona de los Arqueólogos y matrimonios difíciles, además de patrocinar otras ciudades europeas, como Caravaca de la Cruz (Murcia) por poseer una reliquia de la Santa Cruz.

Asimismo, la fiesta universal de Santa Rosa de Lima, patrona de Perú, América y las Filipinas, es el 23 de agosto. Pero en el Perú, su país natal, se celebra el 30 de agosto. Su cuerpo se venera en la Basílica dominicana de Santo Domingo en Lima y fue canonizada por Clemente X el 12 de abril de 1671.

De este modo, vemos dos mujeres santas, de diferentes clase sociales, económicas y culturales en dos contextos completamente distintos, pero con un nexo en común: que cumplieron con exactitud las palabras  de la parábola del Fariseo y el publicano del Evangelio: “Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado», mostrándonos la importancia que posee la humildad y el arrepentimiento en contraste con la soberbia y el cumpli-miento de la ley, que no deben estar nunca por encima de la dignidad otorgada al hombre y a la mujer dada por Dios, que nos ayudará, junto a la Gracia y nuestra voluntad,  a alcanzar la Corona que no se marchita del “deportista” cristiano, como exhorta San Pablo a la Comunidad de Corinto.

 Por eso hoy en día, no debemos dejar de entrenarnos física y espiritualmente, ya que el combate es duro, pero la recompensa es con mucho lo mejor.

Unidos en oración, reciban un cordial saludo

Jesús Rivera

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *