La pregunta número seis de la última encuesta del CIS es redonda, flota en la atmósfera y tiene sensores de precisión: es un globo sonda, vaya. Dice así: «¿Cree usted que en estos momentos habría que prohibir la difusión de bulos e informaciones engañosas y poco fundamentadas por las redes y los medios de comunicación sociales, remitiendo toda la información sobre la pandemia a fuentes oficiales, o cree que hay que mantener libertad total para la difusión de noticias e informaciones?».
Traducida del maquiavélico al español, y ahorrando palabras, la pregunta podría sonar de la siguiente manera: ¿sería nuestra impopularidad insostenible si nuestro Gobierno aplicara la censura sobre informaciones que consideremos ‘no oficiales’? Los globos sonda son un test para ver si una medida nace contagiada de coronavirus o puede desarrollarse robusta. Para desgracia nuestra, los encuestados de toda opción política, desde los de Podemos a los de Vox, le han dado respaldo por encima del 50%. Siempre, claro, que nos creamos los resultados del CIS, como vemos en este intersante BLOG de Elconfidencial.
Si se ha introducido esta pregunta, es porque hay interés en responderla con el peso de la ley. Y no se entienda mal: los bulos son un grave problema y una parte de la oposición los ha alentado. Pero hete aquí el brete: no es que que la oposición los haya alentado más que el Gobierno. ¿O no pesan como una losa las palabras de nuestros responsables políticos durante los primeros compases de la pandemia? Sí, hay que luchar contra los bulos, pero el Gobierno y los partidos políticos que lo componen tienen tanto interés en la verdad como Torra o Puigdemont: ninguno.
Mientras Iker Jimenez era vapuleado por las informaciones que sus invitados traian, desde el 20 de Febrero, sobre la pandemia de coronavirus, el Gobierno (y lo que es más grave, sus responsables médicos, los famosos «expertos» que lo asesoraban y los siguen asesorando) continuó diciendo que no pasaba nada hasta después de las manifestaciones del 8 de marzo. El cinismo con que han salido luego a decir que fue precisamente ese día el que cambió todo pasará a la historia como uno de los bulos más dañinos para la salud de un país. ¿Y estos van a decidir lo que es verdad y lo que no?
Para mantener esa mentira, contaron con la inestimable ayuda de los medios de comunicación españoles, no lo olvidemos, pues quedarán para el recuerdo las patochadas de presentadores varios mofándose del coronavirus (Guayoming y su trupe, Risto dando abrazos a un enfermo de coronavirus oculto en el público, o Susana Grisso animando a todos a asistir a las movilizaviones del 8M porque no pasaba nada y les iba la vida en ello. No, no se equivocaron: A muchos les ha ido la vida en ello, pero no precisamente como pensaban.
El poder es alérgico a la verdad, porque el poder está compuesto por intereses espurios. En un país que funcionase, los principales partidos políticos hubieran conformado, a propuesta del presidente, un Gobierno de concentración nacional apartidista, unitario y de responsabilidad compartida. Nadie hubiera podido permitirse el lujo de ‘oponerse’ sin quedar fuera de la sociedad, porque todos hubieran tenido la oportunidad de tomar decisiones. No es una locura: es lo que pasa en otros países de nuestro entorno, donde las rencillas se han puesto en cuarentena.
Pero aquí todos se acusan de mentir y todos mienten como bellacos. La pregunta/globo sonda del CIS no está inquiriendo a los ciudadanos si están interesados en conocer la verdad, sino si soportarían un orwelliano Ministerio de la Verdad que persiguiera aquellas informaciones u opiniones molestas para el Partido. Que el mismo día en que se publicaba esta encuesta hayan despedido a César Calderón del diario ‘Público’, se sospecha que a petición de Redondo, es una muestra del tipo de voces que este Gobierno considera ‘dañinas’.
El problema de los globos sonda es que son tan oscuros como los carteles anónimos puestos en algunos ascensores españoles, que señalan al vecino que trabaja en el hospital o en el supermercado como apestado y le piden que se largue: cuando toca exigir responsabilidades, no hay nadie para decir esta boca es mía. No sé de qué parte de este Gobierno de coalición habrá salido esa bala de plata del CIS, si de todos, de la cabeza de Marlaska o de las filas de Podemos, tan aficionadas a Twitter y a sus dinámicas.
Tras estas reflexiones cabe una más: ¿Porqué la gente piensa que lo que sale en la Televisión es verdad? ¿Quien le ha otorgado a los informativos o , lo que es peor, a las tertulias, el dogma de la infalibilidad?