Una treintena de médicos de toda España han firmado un escrito en el que llaman a los políticos a «reflexionar» ya «reconsiderar» el debate sobre la regulación de la eutanasia en medio de una pandemia y proponen cambiarlo por un debate sobre el estado de las residencias de mayores en el país. En el documento se cuenta la historia de Nancy Russell, una anciana de 90 años que vivía en una residencia canadiense «con un aceptable estado de salud» y que sufrió un confinamiento de dos semanas en su habitación a causa de la pandemia, sin poder salir ni mantener las relaciones sociales que, explican, «le daban estímulo y la alegría de la vida». Esta mujer, explican, decidió pedir la eutanasia, legalizada en su país, y falleció el 20 de octubre después de que le suministraran una inyección letal.
Se unen así de forma concreta a la declaración emitida en su momento por el Consejo General de Colegios de Médicos (CGOM), cuando PSOE y PODEMOS plantearon por primera vez la Ley de Eutanasia en la anterior legislatura, cuando el Consejo incidió en que su Código de Deontología establece que “el médico nunca provocará intencionadamente la muerte de ningún paciente ni siquiera en caso de petición expresa por parte de éste”.
¿HEMOS PERDIDO EL SENTIDO COMÚN?
Así se titula el documento firmado, inicialmente, por 30 médicos representativos de todos los Colegios de Médicos de España en el que los firmantes llaman a toda a la población Española, y en especial a nuestros políticos, a realizar las siguientes reflexiones:
¿No sería más apropiado que nuestros políticos se pararan a reflexionar intentando dar respuestas a tantas y tantas personas que viven estas situaciones? ¿Qué mensaje quieren enviar nuestros parlamentarios a los ancianos españoles aprobando ahora una ley de eutanasia?
El texto indica que «los autores de este artículo ocupan o han ocupado puestos en organizaciones médicas, pero lo firman a título individual, opinando con el aval de la experiencia profesional acumulada tras muchos años de haber atendido a miles de pacientes. Y, por qué negarlo, tras esta experiencia también hemos atendido a personas a quienes el sufrimiento ha llevado a expresar su petición de acelerar la muerte y de acabar con el sufrimiento. Sin embargo, todos nosotros compartimos la experiencia de que, tras prestar una atenciónpaliativa de calidad la gran mayoría han revertido su petición, aceptando una muerte en paz y sin dolor, sin adelantar ni retrasar lo que es inevitable.»
Estamos convencidos, y por ello defendemos que, por supuesto, la medicina debe aliviar el sufrimiento con toda la energía posible, pero nunca debe causar ni provocar la muerte de manera intencionada.
El texto redactado por esto 30 médicos finaliza de forma clara y contundente:
Por ello, consideramos que esta Legislatura no debería tramitar una ley de eutanasia, sin haber garantizado antes unos buenos Cuidados Paliativos, generalizados a toda la población, algo que actualmente está muy lejos de ser una realidad. La estética es desgarradora y las consecuencias para la relación clínica médico-paciente será muy negativa.
A través del Observatorio de Atención al final de la Vida, organismo creado por el CGOM, los médicos ya habían expresado que su prioridad es extender los cuidados paliativos y consideran «prioritario y urgente» aprobar la legislación que garantice tanto «el acceso universal y equitativo a los cuidados paliativos de calidad» como «el derecho a la sedación paliativa en la agonía», una situación en la que «no cabe la objeción de conciencia».
La profesión médica, desde el CGOM, insiste en su «compromiso de servicio al ser humano y a la sociedad así como en el respeto a la vida humana, la dignidad de la persona y el cuidado de su salud», según el cual, “el médico tiene la obligación de aplicar las medidas adecuadas para conseguir el bienestar del paciente, aun cuando de ello pueda derivarse un acortamiento de la vida”. Medidas, sin embargo, entre las que no encajan las propuestas en la Ley de Eutanasia que ha propuesto el PSOE ni la iniciativa ya aprobada por el Congreso para despenalizar la eutanasia a quienes padecen «una enfermedad terminal o incurable que le provoca sufrimiento físico o psíquico grave».