Un año después de la presentación en el Ejecutivo del primer texto, el proyecto del Ministerio de Igualdad certifica sus puntos principales. Para solicitar el cambio de sexo en los registros no hará falta ningún informe médico, ni dos años de hormonación, y será un proceso de doble comparecencia que durará cuatro meses.
Como leemos en LA VANGUARDIA, los menores entre 16 y 18 años también podrán acudir sin tutelas al Registro Civil para proceder al cambio del sexo registral. En la franja de edad entre los 14 y 16 el procedimiento requerirá del acompañamiento paterno, y entre los 12 y los 14 años el procedimiento será mediante Jurisdiccón Voluntaria – a través de órganos jurisdiccionales- . Los menores de 12 años podrán cambiar de nombre –no de sexo registral- si así lo desean.
El proyecto de ley ha sido aprobado después de un camino difícil debido a las discrepancias de amplios sectores feministas y concretamente del PSOE en torno a la libre determinación del género o del sexo registral y las consecuencias que puede tener en las políticas de igualdad debido al “borrado”, se subraya, del sexo biológico. Por ello, Montero ha querido agradecer “el apoyo del presidente del Gobierno y de los ministros que han participado en su elaboración. El Gobierno de coalición está con las personas trans y las personas LGTBI”.
En definitiva, un absoluto despropósito que convierte los deseos en Ley y abre la puerta a que, por ejemplo, un violador, solicite el cambio de género y, con ello, tenga que ser encarcelado con sus víctimas potenciales o que un deportista, unos meses antes de una competición importante, solicite un cambio de género para competir en absoluta desigualdad con mujeres, en lugar de con hombres.
Precisamente por estos motivos, desde que se anunció el primer borrador, las feministas de verdad, no las feminazis, han mantenido un duro pulso interno con PSOE y PODEMOS, llegando a ser incluso expulsadas (el Partido Feminista) de Podemos, hace 2 años.
De hecho ha sido recientemente la federación internacional de natación la que ha prohibido a los deportistas trans competir en su supuesto sexo, obligándolos a competir bajo el único sexo que hay en su adn, que es con el que nacieron, como pueden leer en LA RAZÓN.
Esta Ley es, pues, un nuevo esperpento ideológico del Gobierno Frankenstein de España que, con suerte, no durará ya apenas más de año y medio pero que, desgraciadamente, morirá matando, y pondrá a todo gas su apisonadora ideológico-legislativa para dejar sembrado todo el mal posible antes de ser expulsados de La Moncloa.