Hoy la Iglesia Universal celebra la Fiesta de la Divina Misericordia, establecida por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos el 23 de mayo del 2000 por indicación de San Juan Pablo II, para que tenga lugar el Segundo Domingo de Pascua.
En 1980, San Juan Pablo II, publicó su carta encíclica titulada “Dives in Misericordia”, sobre la misericordia divina, en la que anima a los fieles a regresar la mirada al misterio del amor misericordioso de Dios.
«Es conveniente ahora que volvamos la mirada a este misterio: lo están sugiriendo múltiples experiencias de la Iglesia y del hombre contemporáneo; lo exigen también las invocaciones de tantos corazones humanos, con sus sufrimientos y esperanzas, sus angustias y expectación», escribió el Papa polaco.
El 30 de abril del año 2000, el Papa proclamó el segundo domingo de Pascua como el “Domingo de la Misericordia Divina” para todo el mundo.
El objetivo de esta Fiesta es hacer llegar a los corazones de cada persona el mensaje de que Dios es Misericordioso y ama a todos.
“Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea un refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores”, le dijo Jesús a Santa Faustina.
«La humanidad no conseguirá la paz hasta que no se dirija con confianza a Mi misericordia» (Diario, 300)
La Fiesta de la Divina Misericordia tiene como fin principal hacer llegar a los corazones de cada persona el siguiente mensaje: Dios es Misericordioso y nos ama a todos … «y cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia» (Diario, 723).
En este mensaje, que Nuestro Señor nos ha hecho llegar por medio de Santa Faustina, se nos pide que tengamos plena confianza en la Misericordia de Dios, y que seamos siempre misericordiosos con el prójimo a través de nuestras palabras, acciones y oraciones… «porque la fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil» (Diario, 742).