Celebremos el AMOR, pero el AMOR DE VERDAD.

El amor, una de las grandes virtudes y valores, se devalúa día a día. Ya no es esa virtud de los fuertes, de los capaces de dar su vida por los amigos, de los que morían pidiendo a Dios que perdonara a sus asesinos, de los que se habían vencido en grado heroico para darse a su familia, a sus semejantes, a la mujer amada. Hoy es algo azucarado (o mejor, endulzado con algún sustituto para no subir de peso), que dura lo que dura la ilusión que, por definición, es transitoria; que existe lo que dura la excitación sexual o lo que tarda en aparecer.

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