La pandemia del Covid 19 no sólo ha dejado un rastro terrible de muerte, sufrimiento y ruina económica. Psicólogos y psiquiatras denuncian la fatiga mental que los dos años de esta ‘nueva normalidad’ está provocando en las personas, así como un aumento de la soledad. A ello le dedica Cáritas su última campaña #SeamosMasPueblo en línea con la propuesta del Papa Francisco de reconstruir lazos y la comunidad.
Según informa la ONG católica, el 51% de los hogares que recibe su ayuda reconoce que la salud psíquica de sus miembros ha empeorado durante la crisis. Además, un 29% de familias manifiesta un empeoramiento de la salud física.
Ambas situaciones se explican por las circunstancias especiales que vivimos, explican desde Cáritas, como son las situaciones de estrés y ansiedad que la pérdida de empleos e ingresos están provocando, pero también por la gran cantidad de tratamientos de salud que han sido cancelados y/o retrasados.
Conciliación más difícil
La conciliación y las oportunidades de una mayor convivencia no han sido igual para todos, han estado muy determinadas por la composición y número de miembros del hogar, por el tipo de empleo que se tenía y por los niveles de renta.
Una de las consecuencias del estado de alarma y de las distintas intensidades de confinamiento han sido las dificultades y las necesidades relacionadas con la conciliación, que han vivido las familias con menores de edad o con personas mayores con una situación de dependencia o discapacidad.
Familia o trabajo
Mientras algunas familias han podido cuidar mejor y aprovechar la oportunidad de compartir más con las personas dependientes, un numero muy elevado se han visto expuestas a tener que elegir entre cuidar a su familia o mantener su trabajo.
Entre las personas acompañadas por Cáritas, el 18% se ha visto obligada a renunciar a un empleo por atender a sus hijos y personas dependientes. No se trata sólo del periodo durante la fase de confinamiento más estricto y la consiguiente suspensión de las clases presenciales en centros educativos.
Confinamientos, restricciones…
Las circunstancias actuales de confinamientos temporales, las restricciones según las CCAA o las clases escolares dejan a muchas familias, en especial a las monoparentales, en la terrible tesitura de tener que elegir entre mantener los ingresos por vía del trabajo presencial o quedarse en casa cuidando de los suyos.
Las familias en situación de exclusión están perdiendo redes de apoyo. Aunque las relaciones entre familiares, vecinos, amigos, etc. se han fortalecido y son más estrechas, la capacidad de apoyo material de estas redes es cada vez menor. Es decir, las familias siguen teniendo buenas relaciones, pero la calidad de dichas redes se ha deteriorado, por lo que tienen cada vez menos posibilidad de brindar apoyo, lo cual se ha intensificado durante la pandemia.
Agravamiento de la soledad
Por otra parte, el aislamiento, que afecta especialmente a las personas mayores, se ha visto endurecido. Aunque nla situación de aislamiento físico a la que se han visto sometidas muchas personas mayores no es nueva, se ha intensificado de manera notable.
La vulnerabilidad social evidenciada en esta crisis también pone de manifiesto los escasos recursos que existen para favorecer los cuidados en los domicilios, lo que propicia desprotección en las personas mayores y en quienes las cuidan, ya sean empleadas o familiares.
Se pierden las redes de apoyo
Las redes de apoyo ven disminuir su capacidad de soporte material (ayuda a buscar empleo, préstamo de dinero…). Según las cifras que maneja Cáritas, una de cada tres familias ha dejado de poder prestar apoyo a otras personas con necesidades.
En el otro extremo encontramos que ha aumentado notablemente el apoyo disponible en el ámbito de los cuidados, probablemente por una situación de mayor tiempo libre ampliado por el desempleo de algunas personas cercanas