Si matamos al bebé, ¿Por que no matar al violador?

Pido disculpas de antemano a aquellas personas a las que el titular de este post pueda resultar violento o escandaloso, pero la reciente entrevista a Arcadi Espada en el programa de Risto Mejide, me ha hecho reflexionar acerca de los peligros del lenguaje.

Es realmente sorprendente comprobar el debate generado y la cantidad de opiniones en contra de Arcadi Espada que, aún días después, sigue generando la entrevista, cuando este hombre no ha hecho mas que llamar a las cosas por su nombre cuando ha explicado en que consiste el aborto: eliminar a los mas débiles, a los descartados, a los que no nos son útiles. Ni que decir tiene que reprobamos tanto ese discurso como la parte que, directamente, menosprecia a cualquier ser humano con capacidades diferentes a las del resto.

Sin ánimo de entrar en valoraciones políticas, pues resulta, cuando menos, curioso, la polémica que genera un articulo escrito hace 6 años por uno de los fundadores de Ciudadanos, como si hubiera algún interés oculto en usar el mismo para sus réditos electorales, queremos centrarnos no en la parte sentimental, que esta semana inunda las redes sociales de un país que parece que no termina de trascender, sino en la parte brutalmente dramática que justifica la eliminación de 94.000 seres humanos al año en España y de la que la gente parece olvidarse.

El «buenismo» linguistico con el que se disfrazan aberraciones como el aborto o la eutanasia encuentran un curioso clamor popular en contra cuando se llama a las cosas por su nombre y se abre en publico el debate de la eugenesia, esto es, del perfeccionamiento de la especie humana mediante la eliminación de los elementos con «taras», «defectos» o enfermedades. A juzgar por las redes sociales, a la sociedad española le ha dolido más el menosprecio a los niños con síndrome down que su eliminación sistemática.

Definitivamente, creemos que no es simplemente hipocresía. No podemos considerarnos cristianos y olvidarnos del maligno, del «padre de la mentira». Vivimos en una sociedad que cae muy fácilmente en los engaños del uso perverso del lenguaje, acaso porque vive mas preocupada de su bienestar material que del espiritual, lo que le lleva a no trascender en las implicaciones que determinadas legislaciones como el aborto, la eutanasia, la ideología de género, implican realmente. Y el demonio lo sabe, y parece haber perfeccionado el uso del lenguaje, de forma perversa, rodeándolo de buenismo y de términos que, al fin y al cabo, no hacen sino dulcificar como llega a la sociedad la regulación legislativa de actos que no son, ni mas ni menos, que asesinatos.

No, no se trata de una sociedad hipócrita. Se trata de una sociedad con valores profundos, que no profundos valores; Una sociedad que aún es capaz de saltar y mostrarse absolutamente en contra de manifestaciones como las que escuchamos la semana pasada sobre la eliminación de niños deficientes o enfermos, antes de que nazcan, para que no se conviertan en un lastre económico para la sociedad. Una sociedad a la que le queda algo, en lo profundo de su «alma», que le hace saltar cuando la ponen ante la verdad, aunque solo reaccione contra parte de esta verdad.

Las declaraciones de Arcadi Espada deberían hacernos reflexionar como sociedad.

 

Por eso, retomando el título del artículo, sería bueno llevar al debate público esta cuestión: Si los defensores del aborto exponen como una de las causas de «bien» el hecho de no obligar a una mujer a tener un hijo en caso de abusos sexuales o violación, ¿no sería igualmente lógico, una vez «eliminado» el fruto de tan condenable acto, acabar también con la vida del que lo ocasionó? ¿No es igualmente justo, o, dicho de otra manera, no sería igualmente justo defender el derecho de la victima (la mujer) a solicitar la eliminación de su abusador? En este caso, ¿que excusa pondría la sociedad para no aprobar la pena de muerte a la que, por otra parte, condenan cada día a mas de 300 seres humanos INOCENTES?

El aborto es, en sí mismo, la aplicación de la pena de muerte, dictada sin juicio justo, contra un ser indefenso, por diferentes motivos (enfermedad, taras, inoportunidad, utilitarismo, riesgo materno, abuso sexual…). No importan por tanto las justificaciones o motivos que se quieran aducir, o el nombre que se le quiera dar (interrupción ¿temporal? del embarazo), pues, de facto, se elimina a un ser humano (¡¡ 94.000 AL AÑO EN ESPAÑA).

La verdad duele, y puede resultar incluso ofensiva para muchos, como nos ha demostrado la entrevista a Arcadi Espada, pero no olvidemos que su mayor «pecado» ha sido, referido al aborto, llamar a las cosas por su nombre y mostrar a esta sociedad cuales son los fundamentos ideológicos que sustentan las actuaciones que acaban, cada día, con la vida de mas de 300 inocentes en España, condenados a muerte.

 

Daniel Fernández

Presidente.

NOTA: Desde la Asociación Cristianos en Democracia no pretendemos, en ningún momento, juzgar o condenar moralmente a las personas que, sea cual fuere el motivo, se ven obligadas a abortar. Antes bien al contrario, creemos fundamental exponer públicamente el mal en si mismo, que son las legislaciones que incitan, permiten, alientan y fomentan el aborto, pues el mal reside en el acto en sí, y no en la persona que lo comete.

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