¿Crisis demográfica o crisis cultural?

El desplome de la natalidad en Occidente es un hecho. El suicidio demográfico en España nos retrotrae a cifras de los primeros años del siglo XX. Las encuestas ponen el foco en lo económico, pero ¿sólo es eso? ¿Estamos ante una crisis demográfica o una crisis cultural?

¿La crisis demográfica es una cuestión de dinero? Ross Douthat sostiene que el verdadero motivo es cultural y espiritual

Para el comentarista norteamericano Ross Douthat, en un artículo publicado en Plough Quarterly Magazine y recogido por Aceprensa, la respuesta es clara: «tener hijos es una decisión de la que dependen muchos valores culturales y morales».

Para Douthat, el descenso de número de hijos tiene efectos mucho más allá de no poder pagar las pensiones a las futuras generaciones: «Se están atenuando los lazos sociales en un mundo con cada vez menos hermanos, tíos o primos; aumenta la fragilidad de una sociedad en la que los lazos intergeneracionales se pueden romper por una discusión o la muerte; vemos la infelicidad de la juventud al vivir en un contexto social tendente a la gerontocracia o el creciente aislamiento de los ancianos».

No tenemos los hijos que deseamos

El columnista del New York Times afirma que la pregunta no es por qué están desapareciendo las familias de cuatro hijos o más, sino por qué no tenemos los hijos que deseamos -algo que en España una encuesta del INE ratificó hace un par de años-.

A su juicio, «la gente admira y valora las familias numerosas, como ponen de manifiesto las “mamás influencers”, lo que invita a pensar que “hay mucha gente que tendría más hijos si la situación fuera ligeramente diferente, si se modificaran las condiciones económicas y tuvieran otras expectativas culturales”.

Esta última es la razón más determinante para el periodista. Según Douthat, hay tres tendencias que explican que las parejas no tengan finalmente los niños que quieren.

  • En primer lugar, el fracaso amoroso, un fenómeno que no se concreta solo en el incremento de divorcios o separaciones, sino en la mayor distancia que existe entre los sexos, lo que dificulta, como es evidente, las relaciones entre ellos.
  • Se piensa que los hijos impedirán el disfrute de bienes que, de acuerdo con los actuales criterios de prosperidad, son indispensables para gozar de una buena calidad de vida.
  • Por último, la secularización ha contribuido al descenso del número de familias numerosas, como muestra la correlación estadística entre el descenso de la práctica religiosa y el de la natalidad en EE.UU. Estas tendencias, además, se retroalimentan.

Transformación social

Si bien es cierto que las ayudas económicas y los programas de apoyo pueden hacer menos costoso, más cercano tener un tercer o cuarto hijo, no son suficiente, ni demuestran un impacto destacado en la tasa de fecundidad. «Lo verdaderamente necesario es un cambio cultural y espiritual, una transformación social que ponga en el centro el sacrificio en lugar del consumo y poniendo la vista en la eternidad en lugar de en los restos del sueño americano».

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