Con la «bendición» de parejas homosexuales e irregulares, el Vaticano sucumbe al proyecto de re-ingeniería social para el control poblacional puesto en marcha por la masonería desde la ONU a mediados del Siglo XX.
Con la llegada de Víctor Manuel Fernández a la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Papa Francisco hacía una declaración expresa de la entrega de los tesoros de la Fe católica a alguien sin los requisitos mínimos para dicho cargo… muchos ya lo advirtieron entonces y la lamentable «fiducia supplicans», publicada el 18 de Diciembre, es la constatación.
Como podemos leer en decenas de digitales hoy, incluyendo COPE, La Santa Sede abre «la posibilidad de bendecir a las parejas en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo».
Pese a todos los esfuerzos por declarar que se hace «sin convalidar oficialmente su status ni alterar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el Matrimonio”, este hecho supone de manera implícita la destrucción de los principios fundamentales del Matrimonio Cristiano y, con ello, de la Familia.
Como Presidente de la Asociación Cristianos en Democracia (y sin que este artículo implique necesariamente el parecer de la propia Asociación ni de sus miembros), declaramos abiertamente que creemos que se trata de un error de magnitudes incalculables para el futuro de la Iglesia Católica.
Jesucristo jamás bendijo el pecado. Jesucristo jamás bendijo a un pecador que acudiera a él con intención de seguir pencando. Jesucristo bendijo a muchos pecadores arrepentidos y no hay un solo ejemplo en las sagradas escrituras, ya sea en el Antiguo o Nuevo Testamento, en la que se constate la bendición de un pecado ni de un pecador sin intención de abandonar su pecado. No hay mas.
No importa que «tucho» se esfuerce por retorcer el lenguaje con falsas palabras de misericordia… Jesucristo es muy claro, simple y directo: «Anda, vete, y no peques más». Y dado que ninguna de las fórmulas de bendición incluidas en la nota del Dicasterio incluye esta fórmula para su finalización, poco más tenemos que añadir.
Daniel Fernández Vene