persecución religiosa
Una Iglesia perseguida y martirial es signo de fidelidad y de vida.
En esa persecución o solapado martirio, no luchamos sólo contra los poderes visibles de este mundo sino contra potestades invisibles. Ambos buscan extraviarnos para que, negando la Verdad, nos dejemos sobornar por el diablo y sus ángeles, y seamos marcados con el número de la bestia y no de Cristo, dándole culto y adoración a su imagen y no al Hijo Unigénito de Dios”.