Velemos, porque la muerte no tendrá poder sobre Cristo.
Podemos confiar plenamente en que pese a que pudiera parecer que la muerte, nuevamente, ha triunfado sobre nuestra sociedad, la muerte sigue hoy, 2000 años después, sin tener poder sobre los hijos de Dios y por eso estamos llamados, hoy especialmente, a velar con esperanza a Cristo en el sepulcro, pues nuestra es la promesa del triunfo final de la luz, del bien, de la verdad, del amor y de la belleza, sobre las obras del mal.